contaron los encargados, estropeando así en parte la bellísima y placentera sensación de un campo de futbol entero color tierra.
El partido, de lucha y entrega por ambos conjuntos fue presenciado por una ruidosa afición visitante, que como no podía ser de otra manera tuvo que "agradecer" al árbitro la ya tradicional expulsión de granadinistas. Y es que cuando uno se acostumbra a jugar con diez, le resulta incómodo ver la alineación completa, al igual que "a la que no está acostumbrada a llevar bragas, la costura le hace llagas".
Con uno menos, los rojiblancos siguieron atacando y llevando mucho peligro a balón parado, mientras se acostumbraban a la superioridad numérica de los ecijanos, y en la grada iba brotando el característico humor ácido, capaz de indicarle al amigo Perdigones Pacheco lo alto que iba a llegar profesionalmente.
En la segunda parte, y por alguna extraña confusión, el señor de negro mostraba una cartulina roja a un local, volviendo esa extraña y desagradable sensación de igualdad. Con ella se hizo patente la superioridad téc
nica de los granadinistas, que disfrutaron de sus mejores minutos. Los sevillanos achicaban balones y buscaban el suelo como mejor defensa para comerle minutos al reloj (no tantos como el del marcador, que avanzaba con una extraña exactitud suiza, la de un suizo harto de Baraguá).
En una de las claras ocasiones, en la que Berrocal se plantaba solo ante el portero, el linier estimó fuera de juego, mientras que a la hinchada rojiblanca le pareció imposible, al haber arrancado desde su propio campo. A un caballero granadinista le pareció que debía comunicarselo de una manera concisa y directa al juez de linea, recorriéndose para ello medio estadio, y encendiendo a la grada local, llevándose una increpación colectiva. Como no pudo ser de otra manera, el héroe anónimo, hizo gala de su elegancia y solera, e hizo su particular "paseillo" de vuelta con reverencias y saludos toreros.En los minutos finales, los ecijanos se iban al suelo sólo con mirarlos y defendieron con todas sus armas un rácano empate, ante un Granada que estuvo cerca de llevarse los tres puntos.
Como siempre, la peña acompañó al equipo, transmitió calor y aliento (vaya aliento...) a los nuestros. Esta vez, varios peñistas se desplazaban desde una de las antiguas bases de operaciones gatunas, lugar usado como escala para tantos desplazamientos, y que de una vez por todas abandonamos. En el viaje no pudieron faltar las míticas canciones de Manolo Escobar y Yayo con su Cuarteto Obrero y alguna que otra cervezuela, haciéndose cortísimo el trayecto.
Una vez llegados, nos sentimos casi en familia al arroparnos en la grada con tanto buen granadinista. Algo parecido evocaron las últimas fiestas qu
e un servidor y un desgraciado recibirán (a priori) del famoso Funclú, un local donde ya todos se saludaban por su nombre y apellidos, y el libertinaje no conoció límites.
El límite que separa lo gracioso de lo desagradable no tiene ningún valor por esos lares, y menos despues de una botella de limoncello cenando, de esta manera las imitaciones de Michael, los Escrutinios, los Braguismos (versión femenina del gayumbismo) y nuevas técnicas aprendidas para el deleite peñístico como La Hernia, constituyeron el plato fuerte de la noche. Estas prácticas se están asentando para alegría generalizada.
Este miercoles, tenemos jornada intersemanal, ante el Lucena. Y dos curiosidades, primera: el portero Toni García vuelve a los Cármenes, y tendremos que estar atentos por si trae otra vez el león de peluche, y la segunda: podremos encontrar a nuestro Granada cf en La Quiniela (la de nivel nacional, la de Loterías y Apuestas del Estado). Así podremos ponernos a prueba, pensando si el pronóstico para esa casilla n14 irá en función de la confianza en la plantilla, en la superioridad ante el Lucena, o que alguno se quiera hacer millonario. Esperemos no arrepentirnos de haber puesto un 1.
VIVA EL GRANADA CF
SEMPER FIDELIS
SEMPER FIDELIS